Soy Sarhuca, y nunca soñé con montar una marca de repostería. Lo que sí he hecho toda mi vida es observar, aprender, crear y resolver.

Durante muchos años, la cocina fue una necesidad práctica. Como madre de familia numerosa, he tenido que organizar decenas de celebraciones, preparar comidas para muchos invitados y encontrar la forma de hacerlo bien, rápido y con el mínimo margen de error. Sin saberlo, me estaba entrenando.

Empecé horneando para casa, buscando alternativas a los productos industriales. Con el tiempo, algunas de mis recetas, como las cookies, empezaron a ser reconocidas por quienes las probaban. Me pedían más. Me pedían la receta. Nunca la di. Y no por secretismo, sino porque siempre supe que lo que me gustaba no era solo cocinar, sino crear experiencias: desde la elaboración hasta el silencio después del primer bocado.

Me fui formando a mi manera: haciendo cursos, probando técnicas, analizando productos, afinando procesos. Quería entender qué hacía especial a un sabor o a una textura. No busqué nunca lo espectacular, sino lo exacto.

Hace tres años asumí la gestión de la cafetería de un instituto. Fue un punto de inflexión. Ahí, cada día, tuve la oportunidad de experimentar, de escuchar reacciones reales, de ajustar fórmulas y de validar lo que funcionaba. Lo que en otro contexto habría sido una limitación, se convirtió en mi laboratorio diario.

MONAFANTE es la consecuencia natural de todo ese recorrido. No nació de una idea brillante, sino de muchas decisiones meditadas. No responde a una moda, sino a una forma de hacer las cosas: con intención, con método y con sentido del gusto.

No me considero chef ni repostera. Me considero una creadora exigente. De las que no se conforman. De las que prueban diez veces aunque la primera haya salido bien. De las que prefieren ir más despacio, pero con paso firme.

El nombre, MONAFANTE, nace de ese equilibrio que necesito para que todo funcione:


La mona
, representa mi parte creativa, impulsiva, intuitiva. La que improvisa, la que imagina, la que sueña con nuevas combinaciones sin preocuparse aún de cómo aterrizarlas.


El elefante (Fante), es la parte metódica, estructurada, silenciosa. La que revisa, ajusta, mide y exige.


Solo cuando ambas se entienden nace algo que vale la pena.


Ese es mi origen. Ese es mi ritmo. Eso es MONAFANTE.